La semana pasada estuvo cargada de indicadores económicos, que dejaron en evidencia lo grave de la crisis que atraviesa nuestra economía. La falta de anuncios con sustento instaló una pérdida de confianza sobre la recuperación, que se ve reflejada en el aumento de riesgo país y la tensión sobre el dólar, con una brecha cambiaria que sigue creciendo, mientras el gobierno intenta ordenar la venta de dólares para ahorro a través de los bancos. Después de varios días con el acceso vedado para acceder al cupo, a partir de hoy se retoma la operatoria, no en todos los bancos, sino en un pequeño grupo que ya ha logrado adaptar sus sistemas a los de ANSES para cruzar datos, teniendo en cuenta que los beneficiarios de programas como el IFE no podrán acceder al mercado cambiario. Es de esperar que estos días se retomen las ventas por parte del BCRA aunque a un menor ritmo que el previo al anuncio de mayores restricciones. Mientras tanto, habrá que ver que es lo que va ocurriendo con la venta de dólares por importaciones, donde hay mucho anticipo y sobre facturación, y con la cancelación de deudas privadas en el exterior, donde se observan adelantos también. Todo esto responde a la fuerte expectativa devaluatoria que se ha instalado, mientras el gobierno intenta de diferentes formas instalar que esto no ocurrirá. El diferencial entre el precio que recibe un exportador de granos, en torno a los $50, luego de liquidar al dólar oficial mayorista de $75 menos el 30% de retención en el caso de la soja, y el dólar de acceso ilimitado, en sus versiones legales (MEP y CCL), que actualmente se encuentran por encima de los $140, opera en contra de la liquidación de exportaciones. Entonces, la combinación de todos estos factores, que aceleran la demanda y limitan fuertemente la oferta, es lo que presiona muy fuerte sobre el precio y alienta la expectativa devaluatoria, donde el mercado comienza a apostar que el gobierno no logrará defender el valor actual por mucho tiempo más. Esta pulseada está lanzada.
Una de las variables a monitorear en el corto plazo, además de la brecha cambiaria, es la caída de depósitos en dólares, que reducen directamente el nivel de reservas. Desde el anuncio de las nuevas restricciones cambiarias hasta el 23 de septiembre (último dato disponible) los depósitos en dólares cayeron en 515 millones, con una tendencia que se acelera. Comenzaron el 16/9 con una salida de 27 millones y el 23/9 se registró una baja de 222 millones. Si bien el sistema financiero presenta una muy alta liquidez (de casi el 90%), lo que deja disipado el riesgo de corralito o algún tipo de restricción al retiro de dólares, la pérdida de confianza de parte del público puede generar que esta salida se sostenga en el tiempo.
En medio de estas tensiones cambiarias el BCRA publicó la semana pasada el balance cambiario del mes de agosto. El déficit de cuenta corriente fue de U$S 462 millones (desde un superávit de U$S 555 millones en julio y U$S 820 millones en agosto 2019). La cuenta turismo presentó un déficit pero que cayó un -61% anual, a U$S -177 millones. Esto por el cierre de fronteras que impide la salida de argentinos al exterior. El déficit por intereses cayó -3% anual, a U$S -557 millones. Esta tendencia continuará, por la reestructuración de la deuda que despejó el escenario de intereses por los próximos cuatro años. La cuenta financiera tuvo un déficit de U$S -453 millones (desde U$S -1.137 millones en julio y U$S -14.568 millones en agosto 2019, luego de las PASO). El sector privado no financiero tuvo compras netas por U$S 1.150 millones, desde compras netas por U$S 1.225 millones en julio y U$S 4.431 millones en agosto 2019. El sector privado financiero tuvo ventas netas por U$S 364 millones, desde ventas por U$S 369 millones en julio. Las compras de minoristas (personas humanas) totalizaron U$S 768 millones y vendieron U$S 18 millones (desde compras por U$S 740 millones y ventas por U$S 24 millones en julio), realizado por casi 4 millones de personas, desde 3,9 millones en julio. Esta tendencia llevó a aumentar las restricciones para el acceso al cupo de dólar para ahorro.
Durante el segundo trimestre del año, la actividad económica experimentó una contracción de -19,1% anual en comparación con el segundo trimestre de 2019. Las restricciones impuestas debido a la pandemia tuvieron un significativo impacto en la actividad económica, especialmente durante este período. Se trata de la caída más grande de la historia desde que se mide actividad económica en nuestro país. Por otro lado, la serie desestacionalizada mostró una caída de -16,2% con respecto al trimestre anterior. De esta manera, durante la primera mitad del año, el PBI acumuló una caída interanual del -12,6%. Dentro de los componentes del PBI se destacan: consumo privado (-22,3% anual y -18,9% trimestral), consumo público (-10,1% anual y -10,4% trimestral), exportaciones (-11,7% anual y -7,9% trimestral), importaciones (-30,1% anual y -19,1% trimestral), inversión (-38,4% anual y -27,3% trimestral). Son caídas muy fuertes en todos los componentes de la demanda. En especial, genera mucha preocupación la caída en el consumo privado, considerando que la base de comparación es muy baja (el año 2019 teníamos el consumo golpeado durante cuatro años de caídas consecutivas). Para reactivar esta variable es necesario retomar las negociaciones paritarias para recuperar el poder adquisitivo de los salarios y reactivar el crédito bajando las tasas de interés. Hay muy poco margen para ambas cosas. En el caso de la inversión, que presenta una caída muy fuerte, y también desde niveles muy bajos, debería regenerarse confianza en la economía, lo cual resulta muy difícil con la ausencia de un plan.
Como consecuencia de esta caída en la actividad, se presentó un fuerte incremento en la tasa de desempleo. Durante el segundo trimestre del año, la desocupación alcanzó el 13,1%, aumentando con respecto al 10,6% registrado durante el segundo trimestre de 2019, y el 10,4% del primer trimestre de este año. Adicionalmente, se registró una fuerte contracción en la tasa de empleo, que cayó a 33,4% desde 42,2% en el primer trimestre del año y 42,6% durante el segundo trimestre del año pasado. De hecho, la población económicamente activa pasó de 20 a 16 millones, dejando fuera a 4 millones de argentinos.
Mientras tanto, el Vocero del FMI, Jerry Rice, anunció que un equipo del organismo está preparando actualmente una misión que comenzará a principios de octubre. El objetivo principal es conocer más sobre los planes económicos de Argentina, con el objetivo de trabajar en políticas que aseguren un crecimiento sostenible e inclusivo. Sabemos en Argentina que cuando el FMI dice esto, las políticas que propone no van en ese sentido, sino que buscan atender intereses que generalmente impiden el crecimiento, y mucho más su carácter de sostenible e inclusivo.
Mientras se debate sobre las restricciones a la demanda de dólares, sabemos que la clave esta en la generación de los mismos. En este sentido, el Indec dio a conocer que, durante agosto, la balanza comercial tuvo un superávit por U$S 1.436 millones (desde U$S 1.168 millones en agosto de 19 y U$S 1.451 millones en julio de este año). De esta manera, en los últimos 12 meses se acumula un saldo de U$S 19.221 millones, producto de exportaciones por U$S 60.132 millones e importaciones por U$S 40.911 millones. Las exportaciones cayeron -11,3% anual, hasta los U$S 4.938 millones, y se registraron importaciones por U$S 3.502 millones, una caída de -20,4% anual. Como viene ocurriendo los últimos meses, el dato de superávit resulta interesante, aunque su conformación no lo es tanto, ya que mientras que las exportaciones siguen cayendo, se alcanza el registro positivo por el derrumbe de importaciones en un contexto fuertemente recesivo. La preocupación está centrada en qué ocurrirá con este superávit cuando el rebote de la actividad indefectiblemente impacte en una recuperación de las importaciones, lo cual generará una mayor demanda de dólares. El contexto internacional no genera una expectativa de incremento en las exportaciones que permita compensar esta dinámica.
Finalmente, luego del durísimo dato de caída del PBI en el segundo trimestre, se conoció en el día de hoy la caída de la actividad económica en julio, que alcanzó un -13,2% en relación a julio del año pasado, superando a la caída de junio que fue de -11,7%. En los primeros siete meses del año se acumula una caída de 12,6%. Solamente dos actividades económicas mostraron cifras positivas de actividad: intermediación financiera (2,9%) y electricidad, gas y agua (4,4%). El resto de los sectores registró caídas en julio con respecto al mismo mes de 2019. Los sectores más relevantes del índice presentaron caídas muy importantes: industria (-8,1%), construcción (-30,1%), comercio (-5,8%), hoteles y restaurantes (-65,4%). Estos datos confirman nuestra visión de los últimos informes, donde sostenemos que de no implementar políticas activas desde el Estado que empujen la recuperación, esta se agotará, estancando a las series en los bajos niveles actuales, lo cual puede derivar en una importante crisis social.