Se conocieron los datos de inflación de cierre del año 2020, con un registro que marca la aceleración de la suba de los precios de la mano de la recuperación de la actividad económica. Una de las grandes dudas para este año que se inicia es cómo seguirá la tendencia inflacionaria. El último año del gobierno de Macri, 2019, se registró la tasa de inflación más alta del actual milenio en nuestro país, casi un 54%. Si bien este año la inflación moderó su ritmo es importante tener en cuenta que lo hizo en medio de una muy fuerte recesión.
Los datos que dio a conocer el Indec la semana pasada marcaron un 4% para la inflación mensual de diciembre. De esta forma, se finalizó el año con la tasa de variación mensual más alta de todo 2020. Con este registro se completó un 36,1% para todo 2020. Si bien son casi 20 puntos porcentuales por debajo de la inflación del año anterior, se dio en el marco de una caída del PBI del orden del 12%. El hecho de que la tasa mensual resultó la más alta del año permite observar una tendencia creciente, que genera una inercia importante para el inicio de este año, teniendo en cuenta que se da en el marco de una recuperación sostenida de la actividad. Un dato relevante que se desprende de lo ocurrido en diciembre, es que la inflación núcleo -que mide la evolución de aquellos precios que no están dentro del alcance directo del Estado- fue de 4,9% mensual, mientras que la inflación de regulados -tarifas de servicios públicos alcanzadas por la regulación del Estado- fue de 2,6%. Esto refleja que el promedio no resultó mayor aún por el hecho de que muchas tarifas se encuentran congeladas. Uno de los grandes ejes de debate para este año tiene que ver justamente con esto. ¿Cómo debería encararse el descongelamiento de tarifas? En caso de extenderse en el tiempo o de realizar una adecuación muy moderada, deberá afrontarse el costo de aumentar los subsidios, y en caso de reacomodarse, tendría un impacto en el poder adquisitivo de los ingresos que vienen ya muy golpeados en los últimos años. La primera alternativa implica alejarse de la meta de 4,5% del PBI como déficit fiscal planteada por el gobierno en el presupuesto, y acordada con el FMI. La segunda, implica volver a reprimir la recuperación del poder adquisitivo, que resulta clave para el sostenimiento de la recuperación. Este punto es materia de debate dentro del gobierno por estos días, con visiones más sesgadas hacia uno y otro lado. En breve debería tomarse una decisión y avanzar en ese sentido.
Los rubros con mayores subas para el dato de inflación de diciembre fueron vestimenta (60%), seguido de recreación y cultura (48%), y en tercer lugar alimentos y bebidas (42,1%). Este último dato resulta muy preocupante, ya que refleja que la inflación tiene un sesgo de mayor impacto sobre los sectores de menores recursos, que son aquellos que vuelcan el mayor porcentaje de su ingreso hacia alimentos.
Para este año, la proyección sobre la inflación marca una diferencia muy importante. Mientras el gobierno proyecta un 29% para todo el 2021, el promedio de las proyecciones privadas se encuentra cerca de un 50%. En el inicio de este año se tomaron algunas medidas que dan cuenta de la preocupación por contener esta amenazante inflación inercial. Se anunció una ampliación del programa de precios cuidados, así como también se decidió frenar las exportaciones de maíz, habida cuenta del traslado a precios internos que genera la suba del precio internacional. Esto último, sobre todo a partir de que se trata de un producto utilizado en la alimentación animal, en un momento donde el precio de la carne mantiene una tendencia creciente sostenida, y se disparó hacia fin de año. Basta repasar las subas de algunos cortes para comprender la gravedad del asunto. Por ejemplo, el asado de tira subió un 29,4% en diciembre y completó así un 93,1% en el año, el bife ancho 18% en diciembre y 71,2% en el año, la cuadrada un 20,8% en el mes y 73,5% en el año. Repasando los diez principales cortes de consumo masivo, en ningún caso se observa u na variación menor al 65% para todo el 2020. Esto impacta de lleno en el bolsillo de los argentinos.
Otro de los puntos clave para la economía 2021, es el acuerdo con el FMI. El rebrote de covid-19 observado en los primeros días del año abre la posibilidad de retomar algunos de los programas de emergencia del año pasado, lo que hace peligrar el alcance de la meta de déficit fiscal acordada con el organismo. Asimismo, el primer día de febrero deberá enfrentarse el pago de US$ 315 millones por un vencimiento, vigente según el cronograma actual. Por el momento, el gobierno ha fijado fecha de acuerdo para el mes de mayo. Esto debería ocurrir antes de septiembre ya que en ese mes hay un nuevo vencimiento, por US$1.900 millones, y luego otro similar en diciembre. En el contexto actual, no existe posibilidad de afrontar esos pagos, de manera que, de no mediar un acuerdo previo, podría reaparecer el fantasma del default. La clave de la negociación está en el balance entre el ajuste que intentará imponer el organismo o los grados de libertad que buscará el gobierno para sostener la recuperación en un año que también estará signado por la pandemia.
Los salarios siguen perdiendo poder adquisitivo. Durante noviembre los salarios de trabajadores estables (RIPTE), tuvieron un aumento del 1,3% mensual, de acuerdo a la información publicada por el ministerio de trabajo, por debajo de la inflación del mes de 3,2%. En el acumulado en 12 meses, el aumento llega a 34,9%, presentando una caída en términos reales de -0,7%. El gran desafío para este año es revertir esta tendencia, en pos de estimular el consumo y sostener la recuperación de la actividad.
Por su parte, la industria sigue dando signos de recuperación. La utilización de la capacidad instalada en la industria fue del 63,3% durante noviembre (en octubre había sido de 61,8% y en noviembre de 2019 de 60,7%). Los sectores con mayor utilización de la capacidad instalada fueron productos minerales no metálicos (80,1%), industrias metálicas básicas (75%) y papel y cartón (71,5%). Por otro lado, productos textiles (49,1%) e industria automotriz (46,9%) mostraron los valores más bajos. Se observa que hay amplio margen para estimular la economía por el lado de la demanda, para lo cual es necesario revertir la caída de los salarios, como comentamos en el párrafo anterior, sin que surja ningún tipo de cuello de botella por el lado de la oferta.
En el plano internacional es importante destacar las novedades en materia económica, con el cambio de gobierno en los Estados Unidos. El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, ha presentado un paquete de rescate de U$S 1.9 billones o 9% del PIB para apoyar a las empresas y hogares que luchan por hacer frente a la destrucción económica provocada por la pandemia. La propuesta, llamada Plan de Rescate Estadounidense (American Rescue Plan), incluye cheques adicionales de U$S 1.400 para la mayoría de los estadounidenses, un aumento temporal en los beneficios de desempleo y un aumento en el salario mínimo federal a U$S 15 por hora. Además de eso, el paquete incluye U$S 400.000 millones de nuevos gastos para abordar la pandemia de coronavirus, con U$S 20.000 millones para un programa nacional de vacunas. El gobierno espera gastar U$S 4.8 billones en 2021 (22% del PIB). El déficit fiscal de 2020 fue de 15,8% del PIB.
Mientras tanto, en la Argentina, también en relación al resultado fiscal. De acuerdo a la OPC (oficina de presupuesto del congreso), el déficit primario en base devengado durante el 2020 fue de $400.000 millones, que neto de las transferencias del BCRA aumenta a $2 billones. De esta manera durante el 2020 el déficit primario cerraría en 7,4% del PBI, mientras que el déficit financiero (luego de incluir el pago de interese de deuda) cerraría en 9,7% del PBI (siempre neto de las transferencias del BCRA), desde 0,7% y 5% del PBI durante el 2019. La diferencia entre esta situación entre nuestra economía y la de los Estados Unidos, es que en nuestro caso la restricción al crédito es total, y en el de ellos el acceso al crédito es ilimitado.