Si bien desde el viernes opera un período de unos días de tregua pedido a los principales operadores del mercado financiero por el Ministerio de economía, lo cierto es que la tensión en el mercado sigue presente y amenazante, a la espera de nuevas medidas. En los próximos días se anunciarán medidas que continúan en la línea de dar liquidez al mercado del dólar CCL con el objetivo de contener la suba en estos niveles. Sin embargo, el problema de fondo sigue siendo la falta de dólares, tanto por stock (bajas reservas internacionales en el BCRA), como por flujo (bajo ingreso de dólares genuino por comercio exterior). La resolución de este problema en el corto plazo podría estar en la firma de un rápido acuerdo con el FMI, a cambio de la ejecución de alguno de los dos desembolsos no realizados y comprometidos con el gobierno anterior, cada uno por cerca de US$ 7000 millones. Otra alternativa sería alguna negociación con el sector agroexportador que garantice la venta y liquidación de la cosecha retenida. Esto último se intentó con la tibia medida de rebaja de 3 puntos porcentuales en las retenciones durante un mes, lo cual, como anticipamos en estos informes, no iba a tener ningún efecto, dada la brecha cambiaria del 100% al momento del anuncio. También fue un objetivo regular ese mercado cuando se realizó el anuncio de expropiación de Vicentin, que luego se diluyó y quedó en nada.
Definir un camino sobre este sector estratégico y pasar a la acción en el camino definido sería muy importante para lograr el ingreso de esos dólares que resultan fundamentales para contener una crisis. Mientras tanto, el drenaje de reservas es constante y el saldo comercial comienza a resentirse. Las Reservas del BCRA siguen cayendo y su posición en reservas netas líquidas es muy bajo, lo que debilita su accionar en cuanto a la contención del dólar oficial dentro del sendero pretendido en función del objetivo de contener la inflación haciéndola converger a niveles más bajos, y el saldo comercial arrojó en septiembre un resultado por menos de la mitad de lo que venía presentando los meses anteriores, a partir de sospechosas operaciones que inflaron importaciones con el objetivo de acceder a dólares baratos. En este momento, el dólar oficial esta diezmado, con muy alta demanda y escasez de oferta, en su versión oficial, contenido por restricciones, mientras las versiones alternativas siguen su tendencia alcista, ampliando una brecha que comienza a generar problemas en la economía, con desabastecimiento en algunos sectores y tensiones inflacionarias. Con estos niveles de brecha cambiaria por encima del 100% no es posible convivir, porque la generación de los dos problemas recién descriptos, operan como freno a la recuperación de la actividad económica, en un momento donde el rebote desde el piso de abril/mayo comienza a dar señales de estancamiento.
La semana comenzó con la novedad de que a partir del lunes es el Ministro Martin Guzmán quien encabeza y coordina la gestión de la economía en nuestro país. Él mismo se ubicó en ese lugar durante su exposición en el Coloquio de Idea el viernes anterior, y luego el gobierno lo ratificó. El mismo lunes desde el Ministerio de economía se comunicaron medidas que cambiaron parte de lo anunciado por el BCRA el 15 de septiembre, cuando se establecieron más restricciones sobre el acceso al mercado cambiario, que sólo lograron disparar la brecha. La semana que pasó le dio la espalda al ministro, ya que luego de las medidas anunciadas el lunes, la brecha no sólo continuó con su tendencia alcista sino que la aceleró, lo que condujo al pedido de parte del ministerio de unos días de tregua. Esto explica el comportamiento del viernes y ayer lunes, con la brecha contenida transitoriamente. Una de las alternativas al alcance de la mano para lograr un shock por ingreso de dólares que calme las expectativas es la posibilidad de solicitar alguno de los dos desembolsos pendientes que el FMI había acordado con el gobierno anterior y nunca ocurrieron.
La semana pasada la titular del organismo, Kristalina Georgieva declaró “Continuaremos apoyando a las autoridades mientras trabajan para aliviar las presiones cambiarias, anclar la estabilidad económica y sentar las bases para la recuperación”. Este camino dependerá de la decisión política de nuestro gobierno, así como también de la relación con los Estados Unidos. Asimismo, en caso de optarse por esta alternativa habrá que afrontar las condiciones que intente imponer el FMI, que seguramente buscará exigir un salto devaluatorio previo, la eliminación de algunas restricciones sobre el mercado cambiario, y su agenda de ajuste fiscal. Por el momento, el gobierno manifiesta no tener la intención de ir en busca de más desembolsos, pero no podemos descartar del análisis un posible canal cuando los tiempos apremian. Uno de los puntos clave por detrás del comportamiento en el mercado cambiario es el déficit fiscal. Sabemos que la pandemia empujó a un creciente déficit en un momento donde escasean las posibilidades de financiamiento del mismo, que recae casi exclusivamente en la emisión monetaria, lo cual debilita el valor del peso. La semana pasada se conoció el resultado fiscal del mes de septiembre, que mostró un déficit primario de $167.181 millones, revirtiendo la tendencia de desaceleración de los dos meses previos (el más alto desde junio). Los intereses pagados fueron de $44.839 millones (-12% anual), llevando al déficit financiero a $212.020 millones (también el más alto desde junio). Los ingresos totales aumentaron +34% anual, manteniendo la aceleración de los meses previos, aunque sigue creciendo por debajo de la inflación (-1,5% anual en términos reales). Ganancias (+47% anual), derechos de exportaciones (+47% anual) y bienes personales (+1.862%) son los que más se destacaron. Los gastos primarios aumentaron +72% anual (desde +56% anual y +59% anual en los dos meses previos), acelerándose a los niveles de junio y creciendo +26% anual en términos reales.
Dentro de los gastos, subsidios, particularmente a la energía (+327% anual), transferencias a provincias (+208% anual) y prestaciones sociales (+70% anual) son los que más se destacaron. En el acumulado del año el déficit primario representa -5,2% del PBI (-5,7% para el acumulado 12 meses), mientras que el déficit financiero acumula -6,9% del PBI (-8,4% para el acumulado en 12 meses). La meta planteada para el presupuesto del año próximo es de 4,5% de déficit primario. En el presupuesto no están los planes de emergencia creados durante la pandemia. El interrogante es que se transformará el programa IFE, en un momento en que el virus no cede y donde además no están dadas las condiciones sociales para recortarlo de
manera abrupta. Mientras el aumento de la brecha cambiaria genera presión sobre los precios, se conocieron los datos de la inflación mayorista de septiembre, que avanzó un +3,7% mensual, desde +4,1% mensual en agosto. De esta manera, en lo que va del año acumula un aumento de 18,9% y en términos interanuales crece al 34,6%. Y se conoció también el dato del costo de la construcción de septiembre, que avanzó +2,9% mensual (vs +2,7% mensual en agosto). En lo que va del 2020, acumula un incremento de 18,8%, mientras que en comparación con el mismo mes del año anterior aumentó 34,3%. Si bien la inflación minorista dio como resultado en el mismo mes un 2,7% de variación mensual, es muy probable que se instale los próximos meses en registros por encima del 3%. De todas formas, este año apunta a finalizar con una inflación en torno al 35%. La gran incógnita es acerca de que pasará el año próximo, que está sujeto a la evolución de la actual corrida cambiaria. La economía real, tal como describimos en el inicio de este informe, comienza a mostrar signos de debilidad en su recuperación. El estimador mensual de la actividad económica correspondiente al mes de agosto avanzó +1,1% mensual, desde +1,7% mensual en julio. En términos interanuales, cayó -11,6% anual (vs -13,1% anual en julio 2020), y de esta manera, en lo que va del año, acumula una caída de -12,5% en comparación con el mismo período del 2019. Los sectores más afectados fueron Hoteles y restaurantes, con un -56% anual, actividades de servicios comunitarios, sociales y personales, con -53,7% anual, y construcción, con -32,1% anual. Como venimos advirtiendo, el sostenimiento de la recuperación requiere de una intervención activa del Estado, que comienza a agotarse.
En el frente externo se presenta otra complicación, con un resultado superavitario que da señales de estrangulamiento. Durante septiembre, la balanza comercial tuvo un saldo superavitario por U$S 584 millones (vs U$S 1.430 millones en agosto y U$S 1.744 millones en septiembre de 2019). De esta manera, en los últimos 12 meses acumula un saldo de U$S 18.055 millones. Si bien este saldo es un récord, y habría que remontarse a 2012 para encontrar un registro similar, la caída del último mes preocupa, sobre todo porque se observan comportamientos de aumentos desmedidos en algunos rubros de importaciones, que evidentemente responden a maniobras fraudulentas para acceder a dólares baratos y no han logrado ser contenidos por el Estado. Las exportaciones cayeron -18% anual y alcanzaron los U$S 4.711 millones, mientras que se registraron importaciones por U$S 4.127 millones, registrando un aumento de +3,1% anual. Otro indicador que da cuenta de la desaceleración en el rebote de la actividad es el de ventas minoristas. Durante agosto, las ventas en supermercados cayeron -5,7% anual a precios constantes (vs +1% anual en julio), y las ventas en centros de compras durante septiembre cayeron -79% anual a precios constantes (vs -83,1% anual en julio 2020). Esta debilidad en el consumo interno es otra señal de dificultad en la recuperación de la actividad. La brecha cambiaria se achicó un poco en las últimas horas, porque el gobierno decidió pasar a la acción. Se realizaron colocaciones de títulos atados a la evolución del dólar oficial, con el objetivo de retirar pesos del mercado y descomprimir la demanda de dólares, mientras se decidió intervenir directamente en el mercado del dólar CCL para acomodar su valor y cortar con la injustificada dinámica alcista. También se anunció la colocación de un bono en dólares para los primeros días de noviembre, con el objetivo de colocárselo a aquellos fondos internacionales (Pimco y Templeton) que habían quedad atrapados en el país y salían por el mercado de CCL, empujando el precio día a día. De todas formas, la emisión del bono es por 750 millones de dólares y se calcula que estos fondos tienen cerca de US$ 4.000 millones. De manera que la salida por el canal del CCL continuará. Asimismo, un dato no menor es que en el actual contexto, el gobierno deberá convalidar un rendimiento del 14% anual en el nuevo bono, dadas las condiciones de mercado, con un riesgo país por encima de los 1400 puntos básicos. Sin embargo, también es importante entender que estos fondos ingresaron a colocaciones en pesos a un valor de dólar de $20 y es retiran con valores en torno a los $170, debiendo asumir una muy importante pérdida en dólares.